mitología-cántabra

¡Hoy os traemos otra publicación sobre la mitología de nuestra tierruca, como ya os hemos hablado de algunos personajes mitológicos, sabréis que la mitología cántabra es muy amplia y es muy complicado contarlo todo, pero hoy os vamos a contar quienes son los Arquetus y los Nuberos.


El Arquetu es, según la mitología cántabra, un anciano pelirrojo de largas melenas vestido con un hábito blanco con manchas moradas. Algo muy característico de este personaje es la cruz verde rodeada de llaves y candados pintados que tiene en su frente.

Colgado de su hombro lleva una talega del color de las nubes cuando relumbra el sol y debajo del brazo izquierdo un arca de oro con adornos de plata y bronce pulido.

Al ser un hombre de mayor edad camina lentamente y nadie sabe de dónde viene ni a dónde va.

Se dice que recorre los montes y los valles de Cantabria ayudando a la gente y dando consejos para que, ni pobres ni ricos, malgasten sus caudales, ya que le enfurece mucho que la gente malgaste su dinero.

Durante sus viajes por la región, cuando se encuentra con alguien que ha perdido su hacienda por causa de vicios, se compadece de él y saca unas relucientes monedas del arca y se las da para que las invierta en su trabajo y las haga fructificar, no antes de reprimirles por su comportamiento derrochador.

Sin embargo, cuando esta gente gasta dichas monedas en sus vicios, el Arquetu le condena a pasar el resto de sus días pidiendo limosna por los caminos.


Los Nuberos son seres despiadados y traviesos que habitaban en las nubes, o viajan en ellas.

Tenían la capacidad de controlar la climatología a su voluntad y se divierten provocando tempestades, tormentas, granizos y aguaceros con los que destrozar las cosechas de los campesinos y no dudaban en lanzar rayos contra aquellos que los atacaban o molestaban.

El Nubero

Frecuentemente, descendían al suelo para ver el resultado de sus fechorías y robar parte de las cosechas que aún era útil.

Estos seres eran muy temidos porque a su paso destrozaban las cosechas de una población mayoritariamente rural, de esta forma cuando se aproximaba una tormenta la gente acudía a tocar las campanas de la iglesia para ahuyentarlo y que se marchase cuanto antes.